miércoles, 22 de julio de 2009

XLII

-"Pero divago demasiado. He aquí por qué no hago nada; porque divago tanto. Aunque quizá la cosa sea que divago precisamente porque no hago nada" Fiódor Dostoyevski - Crimen y castigo

-Igual de peor.

-"Tu estilo yace donde el mío nace, soy millonario de frases" Supernafamacho - Laboratorio hip-hop con Violadores del Verso

-"Dicen que un árbol no hace un bosque, ni una casa una calle, ni un amor es el amor pero tú eres el árbol de mi bosque, la case de mi calle, el amor de mi corazón" Mártires del compás - Mi bosque

Saludos

domingo, 5 de julio de 2009

Recordando: Sin alternativa (Relato)

Sus ojos mostraban una tristeza tan profunda como su convencimiento de que no le quedaba otra cosa que hacer. Toda su tensión estaba cargada en el ceño fruncido aunque a simple vista hubiese parecido que denotaba extrañeza. Y en cierta parte era así. Estaba en sus cabales, todo esto no era fruto de la locura. Como persona racional que siempre había sido este fin se antojaba como el único modo posible, pero no por ello dejaba de sorprenderle el haber llegado a ese punto. Los caminos del Señor son inescrutables dicen.
Sus manos le temblaban por los nervios. Las sacudió para ahogar el temblor. Pero era inútil. El temblor no procedía de los músculos, sino del corazón. Latía por todas las veces que no latería en el futuro. Tenía un redoble de tambor dentro de su cuerpo. Toda una tamborrada. Parecía que quería abandonar el barco naufragado en el que se había convertido su cuerpo. Irónicamente si su corazón en vez de latir más deprisa se hubiera parado todo se habría acelerado. Otra cosa que no le salía bien. Ni en esos momentos la suerte jugaba a su favor.
El plateado revolver descansaba apoyado en la mesa frente a la que se encontraba sentado. Recuerdo familiar. Eso le habían dicho. Una bala a su lado puesta en pie. Lo único que permanecía en pie en su vida. Abrió el revolver y colocó la bala en el tambor. Lo hizo girar y lo cerró sin mirar.
Mientras acercaba el revolver a su cabeza el tiempo se ralentizó como una fluctuación en el continuo espacio-tiempo. Ciencia-ficción. Totalmente alejado de su cruda y real existencia. No notó el frío cañón apoyándose en su sien. Sus sentidos estaban bloqueados. Nada estaba oscuro a su alrededor pero solo podía ver su mano izquierda sobre la mesa. Suponía que había ruido a su alrededor pero no escuchaba nada. “¿A qué esperas? No controlas la posibilidad de salvarte” Sus pensamientos también estaban fuera de su dominio. Su último acto consciente fue apretar el gatillo.
No pudo escuchar la detonación producida por el percutor golpeando la bala, disparándola. Casi instantáneamente estaba formando un charco de sangre en el suelo.
Gritos y discusiones. Los que habían apostado que moría al primer gatillazo reclamaban su dinero.
El grupo de personas que habían apostado sobre su vida y muerte solo habían dejado libre el espacio situado a la izquierda del ahora cadáver. La bala podía atravesar su cabeza y herirles, por no hablar de la salpicadura de sangre. Los fajos de billetes viajaban de mano en mano. Deudas saldadas. No es bueno tener deudas.
El muerto era un pobre diablo. Alguien que lo único que tenía que perder era la vida porque no le quedaba nada. El dinero que le prometieron en caso de salir vivo suponía para él un pulmón con el que arrastrar su vida durante algo más de tiempo. Sabía de primera mano que no era bueno tener deudas. Esas deudas le habían llevado hasta allí.
Precisamente por ser lo único que le quedaba se aferraba a la vida, hasta que solo pudo jugársela para mantenerla. Pero ni siquiera en ese último momento la suerte jugó a su favor.

Saludos