martes, 27 de julio de 2010

Continuará...

Vuelvo con la autoridad del náufrago que lanza un mensaje en una botella desde una isla desierta, implorando a Poseidón que sea magnánimo con mi suerte, acumulada toda ella en un trozo de papel garabateado de esperanzas y despojos de recuerdos rodeado de frágil vidrio.
Hace tiempo que cuervos, buitres y toda clase de alimañas merodea a mi alrededor esperando mi rendición, un último suspiro que abra la veda de la rapiña, un frenesí de bocados y desgarros. Pero nada me asusta. Observo sus ojos violentos clavados en mi, brillantes en la oscuridad, descuartizándome con la mirada, imaginándose el sabor de mis partes blandas, el suave fluido interno de mis ojos, la flácida carne de mi estómago, los jugosos órganos internos.
Continúo con la autoridad del que se hace esperar. El amigo que siempre llega tarde en las quedadas. La chica guapa que termina de arreglarse con el chico nervioso a la puerta de su casa. El entrevistador que quiere sentir los nervios de los aspirantes a un puesto de trabajo, reunidos todos en la bien llamada sala de espera.
Siempre termina defraudando, digo, el que se hace esperar. A más espera, más expectativas. Infladas como botas de vino recién llenas, como ubres de vaca sin ordeñar. Y luego el globo se deshincha y no queda nada salvo una forma flácida, una triste caricatura de lo que se esperaba. Una mala película con un excelente trailer.
Termino con la autoridad del que sabe que todo tiene un final. No hay presión. Una última posesión para ganar un partido intrascendente. Toda situación es pasajera, granos en un reloj de arena que caen incesantemente hasta que se agotan y se gira el reloj para comenzar de nuevo. Todo volverá a ser como antes aunque de una manera diferente.
No siempre hay un Continuará... al final de cada episodio. No todos podemos ser Raúl diciéndole hasta luego al Real Madrid. Ni falta que hace.
Pero por si alguien se ha preocupado (no me lo creo ni yo) esto va a continuar.
Saludos