martes, 24 de mayo de 2011

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Un día de esos en los que escuchas chirriar los engranajes de tu cabeza como si estuviesen oxidados y a punto de salirse de su sitio, en los que un sonido que ni siquiera tú escuchas te aturde hasta hacer de ti un ser incapaz de cualquier actividad que necesite algo de concentración, en los que debería estar aceptado llegar a tu jefe y decirle Ya mañana vengo y hago algo más que hoy.
Neuronas corriendo desesperadas en lo que parece ser una fábrica a punto de explotar: medidores de presión reventando, tuberías expulsando vapor por sus junturas, sirenas rojas avisando del peligro y diminutas voces gritando ¡Corred!¡Esto va a estallar!.
El resto del día es una, por momentos ansiosa, espera del sueño reparador.

Saludos

miércoles, 4 de mayo de 2011

¿Quién escucha al oyente?

Quieres hablar y deciden hablar. No pueden extrañarse si luego no hablas.
"Es una cosa que tenemos que hablar" se convierte en que hablas, te explayas, te escucho y luego te lamentas de no haberme dejado hablar.
Tres o cuatro ideas (sentimientos) que quería transmitir. Tras la segunda se acabó mi turno de palabra. Y, por una vez, había pedido no tener que escuchar. Repito: por una vez había pedido no tener que escuchar. "A mí me gustaría que a mis amigos les pida una cosa..."
Los focos nunca me iluminan. No lo busco, aunque quizá lo necesite y no lo sepa. Eso no quiere decir que siempre te enfoquen a ti.
"¿Con quién hablo esto...?"
¿Y yo?

Saludos