jueves, 31 de mayo de 2012

domingo, 27 de mayo de 2012

Lloriqueos

Siempre suelo decir que no es un tema que me preocupe, pero en realidad prefiero no reconocer cuánto me preocupa. Cuantas veces al día pienso en ello.
Cuantas veces llego a la única conclusión posible: soy un fracaso y mi solución está cerca de ser un milagro.
Mi historial de tímidas escaramuzas no es suficiente en un mundo en el que los héroes se forjan en múltiples batallas de las que regresan heridos pero no derrotados, hasta conquistar un reino que compense tantas derrotas y retiradas.
Temo encontrarme, de aquí a poco, en un nuevo campo de batalla, sólo para enfrentarme a la verdad absoluta que siempre he intentado desterrar de que el problema soy yo.
Pero no me entristece, de hecho leo la verdad y sonrío. Sin ganas, pero sonrío. Como el maquillaje de un payaso.

Hay tantas cosas por hacer...

Hoy es un día nublado y estoy cansado.
Los párrafos anteriores, aunque ciertos, no son más que basura. Lloriqueos de un bebé.
No puedo dejar que circunstancias, por muy mejorables que puedan ser, sean el árbol que no me permita ver el bosque.

Saludos

sábado, 19 de mayo de 2012

Claroscuro (Relato)

El teléfono suena y una voz femenina grita ¡Voy! como si el que estuviese al otro lado de la linea se fuera a enterar. Elena sale de la ducha y corre hacia el teléfono con cuidado de no resbalar. No quiere que el que le hable al descolgar sea Jaime, su novio, pero resulta que es así.
-Hola guapa, ¿cómo es que has tardado tanto en descolgar?¿Pasa algo?
-Hola cari. No, nada, me has pillado dándome una ducha, que he estado planchando ropa y estaba acalorada. ¿Y tú qué, qué andas haciendo?
-Aquí matando el tiempo. Poca cosa. Me he pasado la tarde ayudando a mi padre a hacer limpieza en el trastero y estoy baldao. Sé que habíamos hablado de vernos esta noche, pero estoy reventao, en serio, ni imaginas la de mierdas que hemos tenido que tirar. Pero vamos, que si quieres me acerco un rato a tu casa y vemos una peli o algo.
-Pobrecito mi niño. No te preocupes, no creas que yo me encuentro muy católica. Me esta dando un dolor de cuello de los que tú sabes. Voy a cenar tempranito y a la cama, así descanso y quedamos mañana por la tarde, que tenemos que comprarle un regalo de cumpleaños a mi madre, que luego se nos echa el tiempo encima.
-Pues vaya como estamos los dos. Nada, guapa, cuídate y descansa y mañana quedamos. Un beso.
-Un beso cari. Hasta mañana.

Elena cuelga el teléfono con una sonrisa en la cara. Vuelve a su cuarto y ve el vestido que hay tendido sobre la cama, el que se va a poner esta noche cuando salga con sus amigas. Es mejor así, piensa, si le digo que voy a salir se pone en plan celoso insoportable.

Jaime cuelga el teléfono con una sonrisa en la boca. Sale de la habitación en la que entró para hacer la llamada y amortiguar el sonido de su grupo de amigos, que siguen en el salón bebiendo cerveza y diciendo barbaridades a voz en grito. Cuando entra en el salón le dicen lo típico para picarle: que si es un calzonazos, que si la jefa le ha dado permiso y ese tipo de cosas. Es mejor así, piensa mientras coge la cerveza que le tiende uno de sus amigos, si le digo que voy a salir se pone en plan celosa insoportable.

Podría seguir y decir que, en una conspiración del destino contra ellos, se encuentran en cualquier bar o discoteca y se preguntan mutuamente el clásico ¿Qué haces tú aquí? para posteriormente continuar con el ¿Con quién estás? mientras sus respectivas amistades hacen mutis por el foro, terminando con una escalada de acusaciones y de Eres un mentiroso/a, Y tú más.

¿Pero sabéis que? Es tan triste en el sentido de patético que prefiero no hacerlo y dejarlo sólo esbozado.

Saludos

lunes, 14 de mayo de 2012

Turbio (Relato)

Buscando respuestas y soluciones sólo encontré más preguntas sin resolver. Cuando dejé de buscar ya no tuve ningún objetivo en la vida. Caí en la apatía y la desidia.
Entonces empecé a buscarla a ella, pero sólo encontré puertas cerradas y miradas de vergüenza frente al espejo. También dejé de buscar y ya no hubo ilusión. Aburrimiento y gris como algo tangible, como un sabor amargo y desagradable.
Únicamente me quedaba el coraje de seguir adelante. Porque es mentira eso que dicen: la esperanza no es lo último que se pierde. Apareció una mañana, asfixiada a los pies de la cama por la realidad.
Deambulaba por las calles de la ciudad, unas calles corruptas y opresivas, corroyendo mi vida con cada paso y cada mirada alrededor.
Y no podía evitar pensar que, en realidad, la culpa era sólo mía.
La culpa. Peso sobre unos hombros incapaces de soportarlo.
El alcohol era mi refugio. Anestesia para el día a día que, en ocasiones, se volvía contra mí, haciendo aparecer demonios y sombras, oscuras torturas de reproches bañadas en vómito y lágrimas saladas como herrumbre.
Los recuerdos eran las únicas luces en aquellos oscuros días en los que la vida parecía pintada en blanco y negro, con trazos violentos y discontinuos. Podía pasarme horas mirando viejos álbumes de fotos de épocas idealizadas, con una botella en la mano y la rabia de no haber aprovechado más mi tiempo. Parecía el típico cliché de las películas en las que el protagonista, en una situación tan dramática como la mía, termina lanzando con furia la botella vacía contra la pared.
Y esos eran los momentos en los que sonreía, porque nunca cumplía el final de ese cliché, no arrojaba la botella contra la pared. Me daba cuenta de que, al menos, no me había vuelto estúpido.
¿Cual es el final de esta historia? No hay final. Como dije antes lo que queda es el coraje para seguir adelante y en eso consiste todo, en seguir adelante, hasta el día en que una caja de madera nos envuelva y ya todo dé igual.


Saludos

domingo, 6 de mayo de 2012

Procesos

Escribes demasiado poco me dijeron. Necesitamos que nos ilumines más a menudo creí entender, y la presión pudo conmigo.
No defraudo a nadie si escribo poco, ni creo que nadie necesite de mis palabras como luz guía, son sólo cosas que me digo para obligarme. Mis lectores no me esperan impacientes...
Qué pretencioso eso de mis lectores.
Recuerdo esa noche que esbocé, no se qué relato, escribiendo ideas en las notas del iPod un buen rato después de haber apagado la luz. La oscuridad a mi alrededor parecía actuar como catalizador, lo que se veía plasmado en la luminosidad de la pequeña pantalla.
O todas esas veces que he cogido un bloc de notas y un lapicero de punta fina y he comenzado a escribir, con una letra horrible y apresurada como si eso fuese cosa de verdaderos escritores, en el autobús, la biblioteca, en clase, o incluso en esos escalones del césped de la facultad mientras fumaba. Y alguna gente mirándome con cara ¿Qué carajo está haciendo ese tío?.
Casi siempre frente a la pantalla y el teclado del ordenador.
Tengo pendiente probar la pluma y el bote de tinta que me regaló por mi cumpleaños. "Con esto escribía yo de chico" me dijo. Mientras, yo me imaginaba emborronando folios y manchándome los brazos de una tinta seguramente bastante difícil de limpiar. Pero lo tengo pendiente. Se lo debo.
Por lo demás: constancia, ganas y música de fondo. No necesariamente por ese orden.

Saludos

viernes, 4 de mayo de 2012

Oración 7

Joder, otra vez aquí sentado, sin nada que decir, pero con ganas de teclear.
Empezar con una palabra malsonante buscando el mismo efecto que esos carteles que ponen en mayúsculas SEXO para después venderte cualquier otra cosa.
¿Hay que esforzarse tanto para hacer algo que todos disfrutamos?
Dobles sentidos sexuales sin intención.
Se atribuye a Albert Einstein la frase Locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener diferentes resultados. Con ella siempre supero el límite de la locura.
Fue una de las conversaciones más intensas que he tenido en mucho tiempo. Ahora no puedo evitar pensar si servirá para algo. Para algo más de lo que le haya servido a ella, quiero decir.
Muchas referencias durante todos estos años a distintas ellas. Me pregunto si alguna lo sabrá. O si lo habrán leído siquiera.
En ocasiones más triste de lo que dejo ver, siempre más optimista de lo que pienso.
Cuando el mundo se desmorone a tu alrededor sólo te queda dar un paso con la misma fe que Indiana Jones en la tercera prueba del final de La última cruzada.
Los odio. A casi todos. Y únicamente los escucho para tener más razones para criticarlos.
Mucho rato sin escribir. La concentración dispersa. Mejor acabar aquí.

Saludos