miércoles, 26 de noviembre de 2014

Constancia

Decidí esperar. Sin promesas, sin seguridades. Esperar por la mera convicción de que, eventualmente, las cosas funcionarán.
Sé que el golpe puede ser devastador, un avión cayendo en picado mientras trata de arrancar sus motores, pero tanto me da saltar en paracaídas cuando vea el suelo demasiado cerca como abrazar ese mismo suelo y afrontar un destino que no deseo alcanzar.
Esperaré por aquí, deambulando, siempre deambulando.
Caminando al ritmo de músicas variadas, músicas nuevas. Preguntando con el interés del que tiene mucho más que conocer de lo que uno mismo sería capaz de contar. Actuando de la única manera posible para alguien que nunca aprendió a jugar.
Mientras espere, no pensaré en el tiempo, mi único enemigo real. Tratará de agotarme la energía, de consumir mi paciencia, de malgastar mi constancia. Pero yo no pensaré en él. Simplemente aguantaré su compañía, como la de un desagradable compañero de celda, como la inevitable magnitud física que en realidad es.
Y si al final mi espera resulta infructuosa, me retiraré. Con las manos en los bolsillos y la cabeza alta, la compostura del que sabe haber hecho bien las cosas y un puñado de canciones resonando a mi espalda como el eco de las cosas que no se pueden describir.

Saludos

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Spanish Psycho

Lo reconozco, su temor fue perfectamente aceptable. Cumplo ciertas características comunes con los psicópatas de las películas, entre ellas una inteligencia por encima de la media y cierta capacidad de encaje social disonante: con esto me refiero al caer medianamente bien con una especie de normalidad artificial. Claro está que puede resultar artificial para quien no me conoce, pero eso es otro tema.
El caso es que, si no recuerdo mal, fue una de las primeras veces que los invité a mi casa, puede que incluso la primera. Se me ocurrió hacer algo especial, más allá de las típicas cervezas así que, atención spoiler, preparé chupitos de gelatina, de esos en los que sustituyes parte del agua con la que hidratar la gelatina en polvo de sobre por algún tipo de alcohol.
Cuando llegaron los primeros invitados (ellos saben quienes son), yo ya estaba impaciente por enseñarles mi modesta sorpresa. No fui demasiado parsimonioso, simplemente los dejé sentados en el salón, a la tenue luz de una vieja lámpara de mesa, y les dije que tenía que enseñarles algo, desapareciendo en la oscuridad del pasillo en dirección a la cocina, donde guardaba los chupitos dentro de la nevera.
Por supuesto yo no estaba presente, pero cuando regresé con la bandeja cubierta de vasos de café de esos de cartón, como los de las máquinas expendedoras, llenos de la gelatina ya solidificada, me reconocieron que por un momento habían pensado y llegado a comentar que no les habría resultado tan extraño que esa sorpresa de la que no tenían ni idea hubiese resultado ser, ¿por qué no?, una cabeza humana. ¡Una cabeza humana!
Quizá lo más preocupante (más que el hecho de que dos amigos consideren la posibilidad de que aparezcas pasillo abajo con una cabeza agarrada por el pelo y balanceándose a tu lado al ritmo de tus pasos) es que esos mismo amigos llegasen a la conclusión aparentemente lógica de que, sin duda, el tipo decapitado se lo tendría merecido.


Saludos

domingo, 9 de noviembre de 2014

Muro de silencio (Relato)

Terminó por quedarse sordo. Sus capacidades auditivas se fueron deteriorando progresivamente; como si el mundo sonoro, poco a poco, hubiese ido bajando el volumen hasta quedarse completamente mudo. Pero no era cosa del mundo, el problema era estrictamente suyo.
Aunque conocía perfectamente su inexorable destino, meses después de que este llegara se encontraba muy deprimido. Aquellos que creían conocerle daban una explicación muy sencilla: para un melómano reconocido, el no poder escuchar música era un castigo vital.
En realidad, quienes sostenían esa teoría estaban equivocados.
Las canciones que significaban algo para él seguían estando en su cabeza. Le bastaba sentir las vibraciones en los altavoces de su equipo de música para distinguir cada quiebro en la canción, cada cambio rítmico, cada floritura solista. Su cerebro era una reproductor portátil con baterías inagotables.
Lo que hacía que estuviese deprimido es que nunca la volvería a escuchar.
No dejaba de ser irónico: nunca había pensado que ella tuviese una voz bonita, de esas que solemos asociar a locutores de radio. Sin embargo, verla sentada frente a él y no poder oírla le rasgaba el alma. Sabía que, irremediablemente, terminaría olvidando como sonaba su voz: aquí no había una melodía y un ritmo que asociar a un timbre de voz. Escucharla a diario había hecho que no reparase en los matices de su voz, por lo que bien podría tener una voz distinta de la que él todavía creía recordar.
Era algo simple, pero en adelante, siempre echaría de menos el oírla llamarlo por su nombre.


Saludos

domingo, 2 de noviembre de 2014

CXXVI

-"¿Puede un ser humano llegar a comprender plenamente a otro? Cuando deseamos conocer a alguien e invertimos mucho tiempo y serios esfuerzos en este propósito, ¿hasta qué punto podremos, en consecuencia, aproximarnos a la esencia del otro? ¿Sabemos en verdad algo importante de la persona que estamos convencidos de conocer?"  Haruki Murakami - Crónica del pájaro que da cuerda al mundo

-"Resultados aparte, la capacidad de creer plenamente en otro es uno de los valores más bellos del ser humano."  Haruki Murakami - Crónica del pájaro que da cuerda al mundo

-"Let me start again, this time without an awkward ending. I walk pretending my thoughts are other on this planet but I abandoned them not long ago and left them stranded."  Asher Roth - Last of the Flohicans feat. Major Myjah

-"Everyday I'm rollin' with my own worst enemy: flashbacks and memories. Essentially, we ain't friends, just pretend to be."  Mixed Blood Majority - Hallucination Music


Saludos