martes, 12 de octubre de 2010

Una noche fría y oscura

Y es que en la vida hay que ir tirando, cada uno a su manera. O como se pueda.
Como un caracol, arrastrándose y cargando hasta la muerte con un peso proporcional a su existencia, rezando para que ningún grillo vacilón se le suba a la concha o que ninguna colonia de hormigas decida que él será su reserva de comida. Suficientemente perra es la vida y encima siempre hay cabrones dando vueltas pensando como jodérsela a los demás.
O como los cangrejos ermitaños, que parecen existir únicamente para que nosotros, de pequeños, los desenterremos de la arena y juguemos con ellos en nuestro cubito de playa hasta cansarnos y devolverlos a su insulsa y placentera vida. A veces los cabrones que andan dando vueltas por ahí somos nosotros.
Todo es seguir hacia delante, siempre hacia delante, hasta que levantas la cabeza y te das cuenta de todas las veces que anduviste en círculo, siendo consciente en ese momento de que no llegaste tan lejos como pensabas pero estás tan cansado que ya nunca podrás llegar. Tan cansado que te dejarías llevar al infierno con la condición de no dar un sólo paso más.
Y el destino te alcanza y, dependiendo tu velocidad, te golpea como si un coche te atropellase o fluyes con él como un surfista coge una ola y la cabalga. Decepción o euforia.
Pero ya es tarde, no para mí, ni siquiera para ninguno de vosotros. Es tarde por la hora en la que escribo esto. No tengo nada más que decir a las 1:20 de la ¿noche o madrugada?

Saludos

1 comentario:

El vigilante del césped y del parking a tiempo parcialla dijo...

Si quieres reventamos una bombona de butano en el parking un jueves por la tarde, el mundo no perdería gran cosa. Aunque esa gente podría cambiar por eso mejor la reventamos a final de curso. Te espero hasta entonces