lunes, 29 de julio de 2013

La pestaña (Relato)

-Espera un momento, tienes una cosa en el ojo.
Con cuidado, él retiró las gafas de su cara y, con la yema del dedo índice, despegó una pestaña de la sonrojada mejilla de ella.
-Ahora pide un deseo y sopla- le dijo mientras sostenía la pestaña para que ella pudiera verla.
Aún conociéndolo poco, ella supo que algo especial pasaba: él nunca se había mostrado supersticioso, creyente o remotamente interesado en cualquier ritual de fortuna o buenaventura.
Sin embargo, pensó en un deseo y sopló. La pestaña voló barrida por lo que, en escala, sería un huracán.
-¿Cual ha sido tu deseo?- preguntó él.
-No puedo decírtelo. Si lo hiciera no se cumpliría.
La sonrisa de él tras escuchar su respuesta parecía decir Tú ganas esta vez.
-De acuerdo, pero tienes que prometerme una cosa.
Su sonrisa siguió ahí, pero el brillo de su mirada se transformó por la profundidad de un pacto.
-¿Qué cosa?
-Tienes que contarme el deseo cuando se haya cumplido o, aunque me duela, tendrás que dejarme de lado si soy el responsable de que no se cumpla.
Ese era el momento especial que ella había intuido: la dulce honestidad de un amor no expresamente declarado, una proposición tan valiente como justa, quizá las mejores palabras que recordaba haber escuchado en su vida.
-Hay trato.
Se dieron la mano como hombres de negocios tras una reunión aunque, en realidad, los dos morían por sellar el pacto con un beso...


Saludos

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