miércoles, 26 de noviembre de 2014

Constancia

Decidí esperar. Sin promesas, sin seguridades. Esperar por la mera convicción de que, eventualmente, las cosas funcionarán.
Sé que el golpe puede ser devastador, un avión cayendo en picado mientras trata de arrancar sus motores, pero tanto me da saltar en paracaídas cuando vea el suelo demasiado cerca como abrazar ese mismo suelo y afrontar un destino que no deseo alcanzar.
Esperaré por aquí, deambulando, siempre deambulando.
Caminando al ritmo de músicas variadas, músicas nuevas. Preguntando con el interés del que tiene mucho más que conocer de lo que uno mismo sería capaz de contar. Actuando de la única manera posible para alguien que nunca aprendió a jugar.
Mientras espere, no pensaré en el tiempo, mi único enemigo real. Tratará de agotarme la energía, de consumir mi paciencia, de malgastar mi constancia. Pero yo no pensaré en él. Simplemente aguantaré su compañía, como la de un desagradable compañero de celda, como la inevitable magnitud física que en realidad es.
Y si al final mi espera resulta infructuosa, me retiraré. Con las manos en los bolsillos y la cabeza alta, la compostura del que sabe haber hecho bien las cosas y un puñado de canciones resonando a mi espalda como el eco de las cosas que no se pueden describir.

Saludos

No hay comentarios: