lunes, 15 de marzo de 2010

Los riesgos del deporte

Caminaba de camino a la parada de autobús del Parque. El mismo camino cada día volviendo de la facultad. Bajaba por la calle de la Victoria por la acera derecha dirección plaza de la Merced. Para los que no conozcan la calle (por extensión: los que no conozcan Málaga) diré que en los puntos más anchos tiene una hilera de árboles, cuyos parterres están separados unos cinco metros uno de otro, pemitiendo en ese intervalo de separación el que quepan cuatro personas en paralelo. En términos de movimiento uniformemente acelerado, es decir, andando, ese número se reduce a tres. Sin embargo, el tramo en el que ocurre esta historia la anchura de la acera no permite la estancia de más de dos personas.
El caso es que de un portal a unos cuatro zancadas de distancia de mi persona aparece desde un portal, plena de energía, una joven rubia, alta, espigada, vestida en chándal que permanece a la espera de otra persona mientras hace ese movimiento como de correr parado. Su acompañante, un joven moreno, algo más bajo que ella y mucho menos enérgico no la hace esperar más de unos pocos segundos. Intercambian unas palabras y, permitiéndome leer sus labios con claridad, ella dice "A correr", dando una palmada y poniéndose a ello. Él, ciertamente sorprendido, arranca tras ella como media a media zancada de retardo.
La manera de correr de ella me recordó a Rachel y Phoebe en ese capítulo de Friends, pero sin esa sobreactuación y exageración cómica. Y como seguía algo delante de él, para mantener una conversación tenía que girar su cabeza mirando por encima de su hombro, perdiendo como consecuencia referencias visuales frontales.
En estas estaban que sale delante de ellos un tipo de una tienda. Como ella intentaba hablar con su compañero de marcha, cuando quiso mirar hacia la dirección de su carrera se encontró de bruces con la espalda del tipo, sin tiempo suficiente como para pararse, pero con el hiato justo como para frenar y no arrollarlo, aunque insuficiente como para evitar cierto contacto.
El tipo, asombrado y , si me hubiese ocurrido a mí, interesado, se giró con la única intención de averiguar quién había chocado contra el de manera tan inesperada.
Los dos corredores, supongo que tras disculparse, reanudaron la conversación; en esta ocasión simplemente paseando, y , por lo que pude deducir por los gestos de él, decidiendo (en una inteligente medida) comenzar su ejercicio físico una vez alcanzado el túnel de la Alcazaba.

Saludos

1 comentario:

El que te patea dijo...

lo mejor es correr solo; ademas de ejercicio fïsico sirve para ir reflexionando