lunes, 2 de enero de 2012

Escalas (Relato)

Guille tiene un problema. Más bien, está metido en un problema. No es que sea grave, pero sus consecuencias no van a ser agradables.
En una escala del 0 al 10 en la que el 1 es que se te caiga un botón de la camisa y el 10 que tu vida corra peligro, el problema al que se enfrenta Guille está en torno al 8. Un problema notable, es cierto; sin embargo, buscándole la parte positiva, habéis de saber que el problema se solucionará muy rápido: Guille no va a tener que dedicarle tiempo a pensar como resolverlo porque se va a resolver sólo. Mejor dicho, lo van a resolver por él.
A Guille le van a dar una paliza entre tres tipos, ese es su notable problema. No es preocupéis, saldrá de esta. No se van a ensañar demasiado con él, aunque alguna patada si le darán cuando ya esté dolorido en el suelo. Indignante, un escándalo: que tres tipos golpeen a otro es vergonzoso. Si, bueno, el mundo es injusto, vaya novedad.
Algo habrá hecho. En realidad no tendría por qué, las calles están llenas de gilipollas buscando un pringado con el que desfogarse porque llevan una miserable vida. Pero este no es el caso. No es que no sean gilipollas es que Guille sí ha hecho algo.
En una escala del 0 al 10 en la que el 1 es mirarlos fugazmente y el 10 matar a alguien de su familia, lo que Guille les ha hecho a estos tíos no llega al 6. Una respuesta desproporcionada sin duda, pero para el tipo de tíos que se meten a dar palizas por sólo un 6 lo de las respuestas proporcionadas o por llamarlas de otra manera, lógicas, está lejos de su entendimiento.
Guille ha intentado ligar con la novia de uno de ellos. Hay para quien esto no sería ni un 5, pero cuando tu novia se sienta en la barra de un bar vestida como una actriz porno checa hay un diferencial de valoración que habría que tener en cuenta. No quiero decir que porque vista de forma más evidente que sugerente sea más propicia a tener encuentros sexuales con prácticamente desconocidos, pero en realidad es así.
El caso es que ninguno de ellos ha visto como Guille se acercaba babosamente a ella y le decía una guarrada al oído, pero ella, en un novedoso alarde de dignidad femenina y nunca con la intención de que el baboso recibiese un castigo,  fue rápidamente a buscar al maromo y sus secuaces para que restableciesen su maltrecho honor.
Guille está colocado y es estúpido. Así es como comienza todo. Estás sentado en una mesa de póquer, tus cartas no son buenas y demás son de una baraja española: no es sólo que vayas a perder, es que te van a dar de hostias por gilipollas. Claro que Guille no sabe que es estúpido, pero si que sabe, mientras ve venir a tres tipos enfurecidos (dos de ellos se hacen los enfurecidos, en realidad la cosa no va demasiado con ellos y sólo acuden al olor de la futura sangre) que su única coartada es que está borracho. Una lástima que los tíos que tiene enfrente no vengan con intención de dejarle articular palabra.
Le caen tortas cual chaparrón en un día de tormenta: mucha intensidad en un corto periodo de tiempo. La manada de lobos se aleja triunfante tras cobrarse una nueva presa y Guille queda dolorido en el suelo, con la borrachera disipada por el dolor y la adrenalina y pensando, en su limitada aunque amplia estupidez, que por lo menos no le han roto la camisa.


Saludos

1 comentario:

wanoloman dijo...

True Story! Eso yo lo he vivido, bueno no yo en concreto claro...