jueves, 7 de febrero de 2013

Lluvia de domingo

Paseas bajo la lluvia sin prisa, recreándote en cada paso, en cada gota que golpea en el cristal de tus gafas, en cada canción que te acompaña en tu solitario camino.
Reconoces la canción en cuanto sus primeros acordes se empiezan a escuchar a través de tus auriculares. Oyes ¡Buenos días! ¿Por qué no abrirse al mundo y mirar? y una sonrisa brota exhalando toda la alegría que un día gris y lluvioso no ha conseguido robarte.
Ahora estás menos sólo y, efectivamente, el viento trae ecos de césped recién cortado.
Y aunque el sol de sábado todavía no ha llegado, ni el cielo sea tan azul y tan claro, por vez primera, comienzas a sentirte como en casa.

Saludos.

Especial dedicación a aquellos que, a miles de kilómetros, se preguntarán que tal me van las cosas.

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