jueves, 3 de octubre de 2013

Se acaba la batalla (Relato)

-¿Preparado para continuar?
-No lo sé; son demasiados...
-¿Y?¿Esperabas lo contrario?
-No, pero nos hemos quedado solos, todos nuestros compañeros nos han abandonado.
-¿Y tendríamos que rendirnos por eso?
-Joder, tampoco es cuestión de verlo como una rendición. Se suele decir que una retirada a tiempo es una victoria...
-Eso sólo lo dicen los cobardes.
-Pues llámame cobarde si quieres pero tengo ganas de vomitar, me fallan las piernas, mi pulso tiembla desde hace rato y cada vez veo peor. Empiezo a tener miedo, en serio.
-¿Miedo? Cuando empezamos con esto sabíamos qué iba a pasar: sería duro, cada vez más; muchos de nosotros no verían amanecer a nuestro lado y otros tantos, con la excusa de retirar a las bajas, huirían; al final sólo unos pocos seguirían juntos para vencer a la noche o caer en el intento. Nos ha tocado a nosotros y tenemos que hacerlo por ellos pero, sobre todo, por nosotros, por nuestro orgullo...
-Me cago en ti. No es que me hayas convencido, pero sólo por esa parrafada que has soltado en estas condiciones voy a seguir aquí.
-Esa es la actitud.
-Como siempre, un placer estar a tu lado, compadre...
-Lo mismo digo, hermano...

Y así, levantando sus brazos con los dedos índice y corazón extendidos (en lo que para ellos podía ser un signo de victoria), llamaron la atención del camarero para pedirle otros dos chupitos y alcanzar su décimo segunda ronda.



Saludos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué grande hermano!