jueves, 12 de diciembre de 2013

Aromas (Relato)

Tras pasar una temporada fuera de casa, Andrés volvió al hogar familiar con esa sensación ambigua del que regresa sin haberlo planeado: no podría decir que fuese malo el volver a casa, pero preferiría tener una casa propia a la que volver.
Para terminar de enturbiar sus sentimientos, algo más ocurrió, algo de lo que no se percató en un primer momento pero que, tras darse cuenta de ello, no dejó de torturarle: su casa no olía a su casa.
Ese particular aroma de cada casa, compuesto en una proporción incalculable por las personas que allí viven y sus vivencias, ya no era el mismo que el día de su marcha. Algo había cambiado y, a pesar de que percibía matices familiares (nunca mejor dicho), el olor en su conjunto era tan extraño como el de otra casa cualquiera.
Andrés buscó la respuesta por toda la casa: comprobó los perfumes y colonias de sus padres, los jabones y champús en los cuartos de baño, todos los ambientadores y los productos de limpieza; pero no podía asegurar que el cambio saliese de alguna de esa cosas. No tenía una total certeza de que la lista de la compra hubiese cambiado de marca en cualquiera de esas cosas o, en una vuelta de tuerca maquiavélica, que alguna de esas marcas hubiese cambiado la fragancia de sus productos.
Ese contexto de incertidumbres corrompía sus ideas, haciendo que se preguntase por qué algo que llevaba toda su vida ahí, como era el olor de su casa, de buenas a primeras había cambiado sin una explicación cierta.
Hasta que no encontró un nuevo acomodo, una casa propia en la que construir su propio aroma, no volvió a sentirse totalmente cómodo en lo que había sido por tantos años su hogar.
Lo que Andrés nunca llegó a comprender es que, en un mundo compuesto por sutilezas, el más leve cambio interior hace que cualquier aparente cambio exterior cobre una magnitud exagerada.


Saludos

No hay comentarios: