miércoles, 8 de julio de 2015

Terminal (Relato)

Habían decidido huir juntos. Alejarse de una vida con la que no disfrutaban y que no consideraban como suya. Dejarlo todo atrás iba a ser un paso sencillo y liberador: rayos de sol tras un largo invierno ártico.
El destino les era indiferente, allí donde les llevase el camino estarían juntos, y eso les parecía suficiente.
Se dieron un día para empaquetar las cosas que considerasen indispensables: una mochila al hombro y todo el futuro por delante. A la mañana siguiente se verían en el aeropuerto y comprarían el primer billete que se pudieran permitir, sin importar donde fuera a aterrizar ese avión.
Y allí estaba él, metiendo ropa en la vieja mochila que solía llevar al instituto. No era una mochila demasiado grande, por lo que no cabían muchas cosas. Sin embargo, mientras los cajones de su habitación menguaban en contenido, su cabeza se llenaba de indecisión.
Estaba a pocas horas de llevar a cabo la decisión más drástica de su vida, un acontecimiento pivotal, un punto de inflexión en su existencia. Pero no era esta idea la que estaba infectando su cabeza. Un temor mayor le erosionaba hasta la nausea.
¿Qué pasaría si ella no se presentaba en la terminal; si abandonar todo y quedarse solo con él no le parecía suficiente? ¿Cómo podría reponerse del hecho devastador de saberse abandonado por la única persona por la que él sería capaz de abandonarlo todo? ¿Tendría fuerzas para coger un avión y continuar en solitario con el plan? ¿O para regresar a casa con el rabo entre las piernas?
Todas estas dudas, las raíces de un árbol llamado abandono, arraigaron con profundidad en su consciencia. Por ello tomó la única decisión que fue capaz de llevar a cabo.

A la mañana siguiente, tras esperar varias horas, ella cogió un avión con destino a Frankfurt, solo ida. Se sintió defraudada: había puesto todas sus ilusiones y confianza en una persona que ahora la obligaba a empezar una vida cuyo primer paso iba a estar falto de equilibrio, carente de un punto de apoyo.

Y así se sintió él también la noche anterior: incapaz de soportar la posibilidad de sentirse defraudado y abandonado como un perro en una cuneta, con sus ilusiones y su confianza rotas en mitad del ajetreo mundano de la terminal de un aeropuerto.


Saludos

No hay comentarios: