miércoles, 26 de marzo de 2008

Inspiración

A veces escribo desde los recuerdos, intentando transportaros a situaciones que he vivido, compartiendo la manera en que las viví, no sólo haciéndoos espectadores de la vivencia sino tratando de conseguir el que os sintáis partícipes. De ahí los pequeños datos, las descripciones de los lugares, los contextos en los que me encontraba.
A veces escribo desde la lógica. Son argumentaciones, explicaciones, desarrollos de ideas, en ocasiones simples divagaciones. Nunca con el propósito de convenceros o de recibir vuestra aprobación, sino con la intención de crear un debate abierto a todo tipo de ideas, propias de una sociedad desarrollada como la nuestra.
A veces escribo desde la imaginación. Son esos relatos, historias cortas que, en el trasfondo, pueden significar algo más, diferente para cada persona que las lee. Se basan en sensaciones, como pequeñas películas de cosas que sólo ocurren en mi cabeza.
A veces escribo desde el humor. Ya cada vez menos, es cierto, pero siempre intentando dejar pequeñas píldoras en todo lo que escribo para poder leerlo con una sonrisa, aunque sea simplemente circunstancial.
A veces escribo desde los sentimientos. Y para mí es la manera más pura de escribir. Para ello recurro a mis musas. Son esa mujer a la que no te atreves a mirar fijamente pero a la que intentas ver furtivamente, esa mujer con la que se te acelera el corazón cuando crees verla acercarse, esa mujer a la que le dirías tantas cosas y sin embargo no le dices nada, esa mujer a la que consideras tan extraordinaria que intentas encontrarle fallos para dejar de pensar en ella, esa mujer de la que notas su presencia en la distancia. Las musas son una mujer, son algunas. Son reales, son ficción. Son solo mujeres, son algo más que musas.
Saludos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Musas... qué bien suena