lunes, 11 de enero de 2010

Conversaciones de autobús: orígenes

Desde que tengo uso de razón he viajado en autobús. Tanto viajes largos como trayectos cortos.
Mis padres no tenían permiso de conducir y cuando en verano subíamos a Ávila a visitar a la familia viajábamos del modo más económico posible: en ocasiones era el tren y otras muchas fue el autobús.
Obviamente la misma situación se daba para movernos aquí en Málaga. Siempre he tenido tarjeta de estudiante de la EMT para usar el transporte público. Rizando el rizo los años de secundaria iba al instituto en el autobús que ofrecía el centro.
Y la cosa viene de familia. Mis abuelos usaban casi diariamente el autobús y en igual situación se encontró mi madre en sus años de estudiante y se encuentra actualmente en su etapa laboral. Tanto es así que conoce a innumerables conductores, muchos de los cuales antes de que se implantasen las nuevas tecnologías ejercían la labor de revisores, un trabajo que sólo se mantiene a día de hoy en los trenes.
Durante todos estos años de usuario del autobús (tanto público como semi-privado) he sido testigo de flagrantes faltas de educación, de alguna que otra curiosa anécdota, de accidentes de tráfico y, el motivo de este artículo, conversaciones de toda índole.
Como se suele decir no todo el monte es orégano y me he visto obligado a escuchar barbaridades, aunque también han abundado los comentarios críticos o cómicos e incluso conversaciones serias e interesantes en las que habría participado de conocer a los contertulios.
Pero todo cambió con la llegada del iPod. Desde entonces elijo las conversaciones que quiero oír. No me gusta llevar la música excesivamente alta (cuando todos estéis completamente sordos por los auriculares yo sólo estaré algo sordo. Ahora imagináos una risa malvada y tendréis el efecto completo) por lo que puedo escuchar lo que se cuece a mi alrededor: si es interesante aplico el oído y obtengo perlas y si no lo es subo un par de puntos el volumen y vuelvo a estar aislado.
Si queréis llamarme cotilla no tengo defensa, eso sí, cotilla selecto. No escucho por escuchar. Busco relevancia en las conversaciones de autobús. Y creedme que no es fácil.
Saludos

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