martes, 8 de marzo de 2011

20 minutos

Este es el plan: veinte minutos sin parar de escribir, sólo para pensar. Aunque con pocos intervalos de pensamiento, no dejemos que las ideas estropeen los impulsos.
Música indispensable. El bombo y la caja del rap marcan el ritmo del tecleo. Bum-bap. Taca-taca-taca.
Frotando las manos intentando que las palabras caigan de ellas, como cae el zumo de una naranja al exprimirla.
El corazón es lo único que funciona aquí. La cabeza es un mero corrector ortográfico y un centro de operaciones que dirige los movimientos de las manos. Dos minutos. Como la canción de Kase O. Referencias al rap constantes. Es parte de mi vida. ¿Y de mí?
El ritmo se acelera conduciéndonos a un destino desconocido. Un kamikaze que corre y corre tiene un final más cierto que este.
No pares, no pares. Aquel director del equipo ONCE de ciclismo al que suspendieron por dar sustancias dopantes a sus corredores gritándole a Abraham Olano desde el coche Venga Abraham, venga Abraham.
Ninguna regla me impide borrar alguna frase siempre y cuando se sustituya rápidamente por otra de igual o mayor longitud. De una falta de reglamentación surge una regla.
La costumbre no consigue que el oído no se me vaya con las canciones que suenan en el equipo de música. Cuando estudio me pasa lo mismo: entre números y fórmulas me descubro moviendo los labios susurrando la canción que escucho en los auriculares.
Seis minutos. Ni la mitad. La cuesta se hace más empinada aunque la satisfacción de coronar puerto hace que merezca la pena. Referencias al ciclismo de una persona que no sabe montar en bicicleta. Intentar aprender con veintitantos años en Amsterdam sólo te conduce a chocarte con una valla y hacerte un pequeño corte en la mano. Con suerte.
Diez minutos. La mitad. El tiempo que dura un cuarto de baloncesto en términos de juego real. Pero aquí no hay dos minutos de intermedio con indicaciones del entrenador. Los aficionados nos llevan en volandas aunque no hayan venido ni se les espere.
No entiendo lo que dice pero tiene pinta de estar enfadado. La agresividad que desprende hace que libere tensión. Cuando me siento decaído me pongo rap de sonido agresivo y me animo. Esto se lo reconocí a una mujer hace años, lo que parece la prehistoria. Posteriormente me lo recordó mientras le lloraba al teléfono.
Malos momentos. De los que aprender. Siempre algo de lo que aprender. Lecturas positivas.
Quince minutos. Tres cuartos. Corriendo en el calentamiento de la clase de educación física. Último minuto rápido. Echando el bofe por la boca. Ahora comprobaré qué significa bofe buscándolo en el diccionario. Si alguien que me lee se plantea comenzar a escribir ahí le dejo una recomendación: consulta las palabras de las que no sepas a ciencia cierta su significado. Mejor previsor que presuntuoso.
Desfallezco. Parece que me voy a retirar pero me levanto y continúo. Como el final de Karate Kid. ¿Quién se cree que se den esas hostias en un campeonato de karate de chavales?. Es más ¿para qué había arbitro?
Mi mecanografía no es lo suficientemente buena como para haber escrito todo esto sin errores: letras que faltan, otras cambiadas de posición. Una pesadilla ortográfica.

Se cumplieron los veinte minutos. Vais a tener que creerme. En todo caso es como cuando en el colegio los profesores nos decían que si copiábamos los deberes sólo nos engañábamos a nosotros mismos.

Saludos

2 comentarios:

Javi dijo...

Me encanta que seas impulsivo poque tienes las aptitudes necesarias para plasmarlo por escrito.
Sólo así salen cosas de tí que nunca hubiera sabido, como esa conversación con una mujer. A veces no me atrevo a preguntarte cosas porque no sé si quieres contármelas... creo que a veces es mejor leerlas a balón pasado. Consigues llevarte parte de mis pensamientos, me haces reflexionar en el buen sentido de la palabra, me haces ser mejor persona. Gracias por abrirte así, sé qué es un mundo para tí.
Gracias AMIGO.
Un abrazo!

Rafa dijo...

Por que será que cuando estaba leyendo esta entrada me estaba imaginando a ti mismo rapeandolo, improvisandolo?? :D

Cuidate amigo, un abrazo