martes, 11 de diciembre de 2012

Una sonrisa estúpida (Relato)

-Persigues fantasmas. Sombras, si quieres.
Tenían razón. Siempre fui un soñador, uno de esos alocados ingenuos que buscan no saben muy bien el qué, pero que cuando encuentran aquello que no esperaban, se aferran a ello para disfrutarlo más allá de lo posible.
-Es fácil vivir sin sueños.
Esa era mi contestación, siempre. Es fácil caminar por este valle de lágrimas que dicen que es la vida sin más objetivo que sobrevivir y mantener a buen resguardo las  migas de pan que, como hormigas, hemos guardado durante el verano a la espera del duro invierno.
Lo difícil es levantarse cada mañana con una sonrisa estúpida en la cara, no porque vayamos a conseguir nada ese día, sino porque cuando la noche vuelva a vencer al día y caigamos rendidos en la cama, habremos hecho lo posible por propagar la llama de nuestra ilusión.

Y así es como los sueños se mantienen y se forjan, con la mera esperanza de que en algún momento de nuestra existencia y gracias a haber trabajado nuestra fe, las cosas, simplemente, echen a rodar.


Saludos

Especial dedicación a aquellos que, a pesar de haber dejado de perseguir (momentáneamente) sus sueños, no han dejado de alimentarlos.

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