lunes, 21 de abril de 2014

La mierda ocurre (Relato)

Eres una cucaracha; o una cochinilla; o cualquier otro bicho inmundo que haría gritar a una remilgada señorita. Estás en el agua de una taza de váter, pataleando para sobrevivir por puro instinto ya que, ni por casualidad evolutiva, sabes nadar. El pronóstico es muerte, pero puede que tu limitado intelecto animal no te permita esa deducción.
De repente: la oscuridad. Alguien se ha sentado en el inodoro y, su culo, eclipsa la luz exterior. Tú sigues pataleando; no sabes qué otra cosa hacer.
Es entonces cuando la persona que está sobre ti hace de vientre y un zurullo de tamaño considerable (de proporciones gigantescas en tu escala) cae sobre ti. Una montaña de mierda se te ha venido encima. Literalmente.
Lo que podría ser un final horrible no es sino una última esperanza: podrías trepar por el zurullo y usarlo para respirar a modo de isla a la que orillar tras un naufragio. Posteriormente, y siempre aferrado con fe ciega al zurullo, huirías de la trampa mortal que es el váter una vez ese ente superior, que ni siquiera se ha dado cuenta de tu existencia, tire de la cadena y te lance, junto con sus excrementos, al desagüe. Una vía de escape: peligrosa, sí; pero de muerte menos probable que el nadar hasta la extenuación.
Hasta la cosa más desagradable que pueda ocurrirte podría ser el primer paso de un futuro mejor.

Saludos

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