domingo, 1 de junio de 2014

La hoguera (Relato)

Hace frío en la oscuridad. El gélido viento te golpea como si transportase esquirlas de hielos glaciares; y su huracanado siseo te recuerda a cada momento lo desamparado que estás, lo débil e indefenso que te encuentras ahí, esperando que alguien te encuentre y te tienda su mano.
Pero, como si de un pueblo fantasma se tratase, las únicas manos que hay en los alrededores son las tuyas, así que ya va siendo hora de usarlas en algo productivo.
No importa cómo, si con el esfuerzo de frotar incansablemente dos palos, o usando el mechero que, por si acaso, siempre llevas en el bolsillo, pero una hoguera arde frente a ti.
La oscuridad se ha disipado y el frío ha quedado en un ligero entumecimiento de tus articulaciones que, calculas, en poco rato también desaparecerá. Incluso empiezas a sentirte menos solo, menos triste: la danzarina llama te embelesa y entretiene mientras el crepitar de la madera al arder te trae ecos de viejas voces conocidas que ya creías haber olvidado.
Todo irá bien mientras esté junto a la hoguera. Esa idea te ilusiona y da esperanza. No importa lo que venga mañana, ni siquiera si el mañana viene o no: la hoguera sería bastante, más que suficiente para aguantar toda una vida.
Pero la llama empieza a apagarse conforme la madera se consume. Cada vez menos brillante, a cada momento menos cálida. Y tú no quieres volver al frío y a la oscuridad, no es justo, no te lo mereces; así que empiezas a echar en la hoguera todo lo que tienes a mano, incluso aquellas cosas que nunca pensabas que, llegado el momento, sacrificarías. Porque la hoguera se ha convertido en lo más importante que tienes, en lo más importante nunca tendrás. Y esa hoguera, antes angelical y salvadora, ahora se ha convertido en un monstruo que todo lo consume, que nunca se sacia y que, indefectiblemente, te terminará abandonando.
Acurrucado, abrazado a tus propias piernas, ves como los últimos rescoldos agotan su rojiza existencia. Cenizas negras es todo lo que queda, hasta que el viento, que ahora vuelves a sentir, las esparce por doquier.


Saludos

No hay comentarios: