viernes, 25 de enero de 2008

Auto rechazo (Relato)

El reflejo que me devuelve el espejo me mira con desprecio. Me asombra lo que veo pero la expresión del yo que está frente a mi no cambia. Su mirada es dura, profunda, de esas que te revuelven las entrañas porque sabes todo lo que significa. La mirada de un enemigo que se sabe superior a ti y te mira por encima del hombro. Pero soy yo. Me reconozco pero no me entiendo.
Me señala con el dedo, dirigiéndose inequívocamente a mí. Me hecha en cara las cosas que hago y me reprocha las que dejo sin hacer. Va más allá de lo que mi conciencia nunca me ha dicho. Me califica una y otra vez con términos negativos y despectivos. Mi boca no se mueve, lo sé, la siento, pero no consigo hacerle callar. Su voz es mi voz, hablándome cada vez más y más fuerte, gritando, chillando.Le pido que pare mientras el nudo de mi garganta se deshace y lloro. Lloro como un niño. Por rabia, por compasión, por caridad, por humanidad. Pero no le puedo pedir humanidad a lo que ni siquiera sé si es humano.
Caigo al suelo con las manos empapadas en lágrimas cubriéndome la cara. Sin embargo el reflejo sigue ahí, despotricando de lo que soy, de lo que somos. A pesar de que no miro noto sus ojos clavados en mí, como si entrasen directamente en mi cerebro sin necesidad de pasar por mi vista.Pido ayuda y por primera vez me contesta. Nadie te ha ayudado, nadie te ayudará, sólo me tienes a mí y siempre me vas a tener. Esa verdad me horroriza. No puedo ni imaginar una vida así. “La verdad os hará libres” pero no esta vez. Sus palabras han construido una jaula a mí alrededor de la que no me siento con fuerzas para escapar.
Odio al reflejo. Me ha herido tan profundamente que nunca sanará. Ha difuminado mi alma para eliminar sin sentimientos, ha colapsado mi cerebro para acabar con mi razonamiento, ha parado mi corazón para dejarme sin nada. Tiene que pagar por ello.
Me levanto del suelo jadeante y me atrevo a mirar el reflejo intentando convencerme de que será la última vez. Me mira riéndose, burlándose de mí. Golpeo el espejo con las fuerzas que me quedan. Se convierte en decenas de pedazos que caen con estrépito al suelo. Tengo algunos clavados en el brazo, además de cortes en la mano. El dolor físico me hace olvidar la pesadilla que acabo de vivir, aunque sé que no ha acabado. Que, en cuanto pueda, volverá para atormentarme.Me encojo en el suelo manchado de sangre como un feto en el vientre de su madre. Vuelvo a pedir ayuda. Alguien, al otro lado del espejo, me escuchará.
Saludos

P.D. Para cerrar el círculo: mi último post allí, es el primero aquí

2 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY CURIOSO
P.D. Para cerrar el círculo: mi último comentario allí, es el primero aquí

奧нå dijo...

No siempre los espejos muestran aquello que queremos ver... Salu2,