martes, 7 de enero de 2014

Reflexiones de un tío solitario (Relato)

17. Yo estaba al otro lado de la calle y pude contarlos perfectamente: 17 besos, contando por beso cada vez que separaban sus labios. Uno tras otro hasta llegar a 17, y sin motivo alguno: no se encontraban, no se despedían; simplemente se pararon en mitad de la calle a besarse, sin preocuparse de a quién podían molestar o estorbar.
Y no lo digo porque a mí me molestase, aunque cualquiera aceptaría que tengo razones para ello. Uno está sólo y no tiene porqué soportar ostentaciones de ese tipo, hay otros sitios dónde podrían hacerlo. ¿Qué pasaría si yo fuese caminando por esa acera cargado con bolsas de la compra? Tendría que esquivarlos simplemente porque, al demostrarse su supuesto amor, no piensan para nada en los demás. El egoísmo de la gente no deja de sorprenderme.
Uno ve estás cosas y se va a casa indignado: ese derroche de felicidad, prácticamente un teatrillo público, ¿es qué no tienen preocupaciones?
Seguro que tienen una vida acomodada, con muchos amigos tan guays como ellos y una familia estupenda que bendice su relación. Esta gente no sabe lo que es la vida de verdad tan alejados de la realidad como están.
¿Y todo para qué? Criarán hijos tan alelados como ellos, con vidas tan despreocupadas como las suyas, dentro de sus burbujas de felicidad.
No comprenden que la vida es un mar de lágrimas, siempre trabajando para seguir adelante, intentando no apegarte a nadie para que no te deje en la cuneta, sobrevivir al día a día y poco más.
¿Pero sabes? Ya les pasará algo. El drama nos alcanza a todos. Yo lo tengo ya asimilado, así que no me pillará por sorpresa; pero ellos, ellos sufrirán, no lo dudo. Entonces me gustaría estar ahí para preguntarles de qué les valdrían en ese momento los 17 besos que se dieron aquella vez en aquella acera. Cómo me reiría. Seguro que ni se acordarían de lo que les hablo.
Aunque capaces serían de decirme que entonces, cuando los 17 besos, eran felices. Ahí volvería a reírme. ¿Felicidad? ¡Qué pringados! ¿No saben que eso no dura para siempre? ¿De qué les habría valido ser felices para terminar sufriendo igualmente?
Si más gente me escuchase les explicaría la verdad de la vida a más de uno...



Saludos

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