domingo, 25 de mayo de 2014

Afortunado (Relato)

No puedo creerme la suerte que tengo. Cualquiera me envidiaría si fuese contando esto por ahí, así que suelo guardarme de ir pregonándolo.
Hace más de un año que estoy sin trabajo: me echaron en uno de esos ERE's tan de moda últimamente. Por supuesto eso desestabilizó toda mi economía. Un coche recién comprado del que no puedo pagar ni la gasolina y una hipoteca a 30 años que he renunciado a amortizar.
Por supuesto, y en vista de que me van a embargar la casa más pronto que tarde, he tenido que volver a casa de mis padres. Son tan mayores como maniáticos: siguen tratándome como si tuviera los veinte años que tenía cuando me fui de casa y, lo que entonces eran pequeñas peculiaridades, ahora son chifladuras de viejos con la cabeza medio perdida.
Mis amigos no paran de darme consejos de mierda: oportunidades de inversión (como si tuviese dinero para invertir); sitios en los que buscar empleo (como si no me conociese todos y cada uno de los portales, instituciones y empresas que se dedican a ello); maneras de sobrellevar el día a día en casa (como si ellos conociesen a mis padres tanto como yo). Soporto discursos sobreprotectores de gente que tiene mi edad y que, sistemáticamente, han tomado peores decisiones en la vida que yo.
Mi existencia ha retrocedido casi 15 años en el transcurso de los últimos meses, con la única diferencia de que no estoy estudiando.
Pero tengo muchísima suerte, tanta que no puedo menos que compadecerme del resto de mortales.
Ella está conmigo. No veo suficientes razones por las que me podría haber elegido, pero fue así. Me dice que soy importante. Me dice que soy especial. Y si alguna vez me creí el mejor, fue porque ella lo dijo.


Saludos

1 comentario:

el goñi dijo...

muy buen relato Icaro. Hay gente que estara pasando por eso que relatas y habrá gente que igual o peor , porque nadie le dirá que es el mejor