martes, 3 de marzo de 2015

Piro (Relato)

Jugué a la espalda de colosos dioses primigenios con el fuego que les robé cual Prometeo, con la inconsciencia del que no teme castigos sin saber que el mayor castigo no sería una represalia, sino la embriagadora desesperanza que sentí cuando el fuego, agotado por el uso, simplemente se extinguió.
Entonces llegaron eras de miles de noches continuas, con la única compañía de los latidos sordos de un corazón que sentía cada vez más desapegado de mi ser y los cercanos ecos de hirientes carcajadas que reían a costa de mi infundada e inconsciente ilusión.
Durante esa cada vez más densa oscuridad, lo único que me hacía continuar era un espíritu inquebrantable que no sabía poseer. Cuando solo quería dejarme vencer, un cosquilleo, un calambre desde los pies hasta la nuca me recordaba que no basta con ser fuerte por el resto, que principalmente hay que serlo por uno mismo.
Y así fue como adopté un órbita elíptica en vez de circular. Dejé de dar vueltas siendo siempre visible y me alejé para que, con el paso del tiempo, lo que era hubiese quedado atrás hasta convertirme en una versión mejor de lo que quiera que signifique para el resto y mi regreso fuese algo tan esperado como esperable.
Volví a ser portador del fuego, pero esta vez no era robado ni exógeno, era yo quien irradiaba luz, no para ser adorado ni admirado, sino para ser el guía de mi propio camino.


Saludos

No hay comentarios: