sábado, 10 de noviembre de 2012

Aniversarios (Relato)

Cuatro años que ahora te preguntas si fueron reales. Bueno, te diría que no debes dudar de lo que hayas vivido, aunque ciertamente para ella esos cuatro años han conformado una realidad con matices distintos a la tuya.

Un par de semanas después de romper te has enterado de que tu pareja, con la que ya habías cumplido cuatro años, ha vuelto con el que era su ex en el momento en que empezasteis (ahora tú eres el ex y el concepto se enturbia). Al mismo tiempo te llegan rumores, dicen que dice, de que ella nunca llegó a quitárselo de la cabeza mientras estabais juntos. Esto te lo cuenta algún amigo tuyo que conoce a algunas amigas suyas, las mismas que se autoproclamaban tus amigas y nunca te avisaron de que se cernían nubes de tormenta en lo que parecía una infinita comida campestre en un día soleado.
Un observador externo, e incluso algún amigo optimista por convicción, te diría que, a pesar de lo sucedido, te quedases con los buenos momentos, que en cuatro años debieron ser muchos. Objetivamente, no podías haber hecho nada para cambiar las cosas (terapia de electroshocks para que perdiese parte de su memoria). Además, ella sabrá lo que se pierde y dónde se mete (las personas no cambian y lo que fue un problema seguirá siéndolo), pero eso ya no es algo de lo que debas preocuparte.
Sin embargo tienes esa sensación de tiempo perdido y de engañado como un chino. No te voy a mentir, creo que yo también la tendría. Podríamos llamarlo "Síndrome del Show de Truman": ella poco menos que actuaba y tu eras poco más que un pardillo. Eso es injusto. No serías el primero que abre el sobre para comprobar que las estampitas no son más que recortes de periódico. Aunque como todos los profesores del mundo han dicho alguna vez, si copias en un examen te estás engañando a ti mismo (y en este caso, ella habría conseguido tu aprobado durante cuatro años).
Ahora es el momento de remodelar y redecorar: tirar abajo tabiques para recuperar todo ese espacio que antes tenías y, de paso, deshacerte de esos muebles que no te llegaron a gustar y cambiar ese color de las paredes que aprendiste a soportar.
Sí, tendrás esos momentos en los que te regodearas en tu tristeza mirando absorto la lluvia caer los días nublados y plomizos, grises como ese sentimiento aislado y autosuficiente que notas crecer y que, llegado el momento, implosionará y desaparecerá sin dejar rastro. Pero no serán más que clichés de películas románticas, asunciones adquiridas muy alejadas de lo que sería una sana lógica sentimental.

¿No quieres que sigamos juntos? No malgastaré energía pensando en ello. Adiós. Que te den.


Saludos

1 comentario:

Hitch dijo...

Muy grande