lunes, 5 de noviembre de 2012

Oración 9

Como si ya lo hubiese escrito todo y hacerlo otra vez sobre ti fuese algo novedoso.
Paro y riego los cactus que tengo junto a la pantalla del ordenador, esos que sólo recuerdo regar cuando escribo. Aunque no siempre sea sobre ti.
Cuando pienso detenidamente en ello, no encuentro razones por las que puse tanta ilusión y esperanza en tu persona. O quizá sí las encuentro pero evito pensar en ellas para no caer en la desilusión.
Algunos van a su avío, intentando amoldar las posibilidades del grupo a sus necesidades personales. Cuando lo vea a kilómetros de distancia no querré que me calienten la cabeza. Lo digo desde ahora.
Eso no quiere decir que no vaya a hacer todo lo posible. Pero insisto: no querré que me calienten la cabeza.
Todavía no hemos hablado de tu felicidad recientemente adquirida. Tengo que mentalizarme para una larga conversación.
Aun no he decidido si pasar desapercibido o hacer algo escandalosamente notorio.
Canciones que se caen a diario, como pelos de la cabeza. Malas decisiones en cosas irrelevantes.
Suicidas temerosos de morir que se cortan las venas de las muñecas transversalmente en vez de longitudinalmente.
Una cartera vacía sería suficiente para remunerar tu trabajo. Resultaría divertido que alguien se ofendiera por esto.
Nunca has estado perdido si no ibas a ningún lado, simplemente deambulabas.
De materia personal a generalidades. Oh God, my brain is racing.
Unas últimas palabras para ti: me iré; y volveré; y todo volverá a ser como es ahora. O no.

Saludos

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