sábado, 30 de agosto de 2014

Mala hierba (Relato)

Lleva tanto tiempo ahí que, por desgracia, ya forma parte del jardín.
No todas las malas hierbas son plantas feas. Desde luego no es este caso. El problema de las malas hierbas es que crecen allí donde no son deseadas, absorbiendo y consumiendo nutrientes necesarios para una adecuada conservación del resto del jardín. Parasitan la tierra y drenan su vitalidad.
Siempre que la recortas vuelve a crecer, en ocasiones con una inesperada fuerza y vigorosidad, fortalecida en su renacimiento, como un ave fénix potenciado tras cada muerte.
Porque, en realidad, nunca llego a matarla. Limpio la superficie, olvidando durante un tiempo que las raíces siguen bajo tierra hasta que, como fantasma del pasado, la hierba rebrota en una lucha continua por su supervivencia.
Y la mala hierba es tan fuerte como lo es su raíz. Años de crecimiento oculto han hecho que las ramificaciones de la raíz hayan formado una maraña espesa y tupida, tan extensa como el propio jardín, tan profunda como dañina.
Solo arrancando la raíz me desharé de la mala hierba, pero se necesita valentía para ello: tendré que levantar paladas y paladas de tierra; otras plantas cultivadas con esmero se verán afectadas y debilitadas hasta una muerte cercana y casi cierta; esfuerzo, sudor y manos manchadas.
Un vergel convertido en un erial por la dejadez y la indecisión; porque no siempre lo que crece en nuestro jardín es sano.


Saludos

No hay comentarios: